viernes, 30 de mayo de 2008


Ayer fuimos testigos de las dramáticas escenas vividas en pleno centro de Ciudad de Panamá tras el desplome de un helicóptero que impactó a una tienda comercial causando la muerte de 8 personas, de los cuales 5 son chilenos y entre los que figuran el Director General de Carabineros de Chile, Alejandro Bernales, su señora y otros funcionarios policiales.
Sucesos de esta magnitud nos demuestran lo frágil que es la vida. No importa si eres obrero, oficinista o presidente de la República, cuando llega la hora da lo mismo tu cargo o las influencias que tienes, ya que no existe nada menos influenciable que la muerte.
En lo personal debo reconocer que accidentes así me conmueven mucho. Creo que es por que este último tiempo he andado muy sensible, pero también por que nos muestra la otra cara de la vida, la cara trágica, esa de la cual tratamos de huir siempre y muchas veces no nos resulta por que aunque corramos muy rápido sus largas piernas nos alcanzan cuando menos lo esperamos.
Me pongo en el lugar de los familiares de las víctimas y pienso lo difícil que debe ser el enterarse de la pérdida de un ser querido a través de los medios de comunicación, y lo peor aún, estar a miles de kilómetros de los cuerpos.
También siento por la institución. Soy nieto de un suboficial mayor de Carabineros que ya anciano falleció de manera trágica (se cayó y el golpe lo tuvo varios días en gravedad hasta que murió). En cada buen carabinero es inevitablemente verlo a él. En cada viuda de un efectivo es imposible no ver la silueta de mi abuela. Cuando mi abuelo falleció, la institución nos dio todo su apoyo, argumentando que fue un excelente carabinero. Es por esto que hoy no solo yo, sino que todos los chilenos, sin colores políticos lamentan lo sucedido y estamos dando todo nuestro apoyo a Carabineros de Chile.

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