martes, 29 de enero de 2008

El atardecer de Volodia




No hay muerto ni enfermo malo. Los chileno si algo tenemos es que no importando el color, la posición económica, el partido político, el equipo de fútbol, etc, encontramos buenos a todos los muertos o personas en estado grave. Nuestra relación con la muerte es difícil y al parecer no nos gusta ver como nuestros compatriotas van rumbo a su descanso eterno cargando una mochila de culpas y pecados. somos humanos, y como tales cometemos errores, humillamos, nos burlamos, herimos, etc. Recordada son las imágenes del funeral de Gladys Marín, en los cuales muchos de los asistentes señalaban a los medios que estaban presentes en el zepelio de la líder comunista por motivos ajenos a la política, de hecho la palabra más usada en esa ocasión fue "consecuente", el adjetivo con el cual todos se referían a Marín. Hoy ya tiene una avenida (la ex-pajaritos) y sin duda es recordada como una buena mujer. Con su agonía y posterior muerte se inmortalizó la imagen de la mujer que luchó contra la dictadura de Augusto Pinochet, pero se olvidó para siempre a la mujer que formó el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la que colaboró en la internación de armas en Carrizal Bajo, la que todos los primero de mayo participaba en los actos de celebración del día del trabajador en La Habana, Cuba, (legitimando de paso la dictadura de 48 años de Fidel Castro) y la mujer que le entregó su total respaldo a Hugo Chávez.



Con Pinochet no ocurrió lo mismo, no hubo funerales masivos. Pero si existieron las mismas muestras de esta piedad ante los difuntos y agónicos, de hecho Guillermo Tellier, secretario general del Partido Comunista, señalo que "las muertes no se celebran" y hasta comprendió el dolor de la familia Pinochet.



Hoy, en el ocaso de Volodia Teitelboim todos reconocen virtudes en el que no aparecieron hasta el momento de su hospitalización. Resulta que Volodia fue un gran escritor, gran camarada político y hasta buen padre, pero parece que no sabíamos de eso. La enfermedad del octogenario escritor parece que ha sacado sus virtudes a la luz.



Conocí a Volodia cuando se presentó en el aula magna de la Universidad de Playa Ancha. Estaba viejo y ya cansado, en todo momento fue ayudado. Le preguntaron muchas cosas y para todo tenía una respuesta. Y tan lento como entró, así mismo se fue.



Para mí Volodia tiene la suerte de haber compartido con los tres hijos más talentosos de esta tierra; Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro. Su relación con Neruda es la que más ha trascendido y su vida política que desembocó en el triunfó de la Unidad Popular en 1970. Últimamente hizo noticia por la pelea con su hijo adoptivo Claudio Bunster (ex Claudio Teitelboim).



Creo que Volodia más que un personaje destacado dentro de la historia de nuestro país, ha sido un personaje afortunado. No pocos tienen la dicha de vivir tantos años, de conocer a dos premios nobel (incluso a Gabriela Mistral la omitió en su Antología de la nueva Poesía Chilena de 1932) y en las postrimerías de su vida ganarse el reconocimiento y afecto de mucha gente. Pero Volodia se llevará a la tumba muchos secretos (los años de la UP, el exilio y la rearticulación del PC, la creación del Frente Patriótico, etc). Hoy se acaba la vida del muchacho del Siglo XX. Volodia Teitelboim está internado en el Hospital clínico de la Universidad Católica, esperando el momento de partir.

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